Santiago Espinosa habla desde los intersticios de la realidad pero no se somete a ella. Tiene una voluntad inalienable por mezclar en su marmita muchos saberes: la filosofía y la política, la música y la arquitectura, pero sobre todo el rastreo de otros mundos anclados en el peor de ellos, un país que huye de sí mismo. Casas ilusorias, fantasmas, adioses y campanas, desarraigos que van desde 'las mesas que esperan' hasta el ojo aventurero y corsario de Sir Walter Raleigh, todo merece ser sopesado por la lengua, aún sabiendo con Borges que 'la realidad no es verdad'. Juan Manuel Roca