Malcolm Deas
Los biógrafos se inclinan naturalmente por personajes vistosos: grandes líderes de masas, oradores persuasivos, dirigentes carismáticos cuyas vidas se componen de anécdotas fascinantes. Pero Virgilio Barco no fue nada de lo anterior, y es allí precisamente donde reside su encanto. Según Malcolm Deas, son su sobriedad y discreción, su seriedad y aparente distancia, las expresiones de una figura profundamente digna e interesante. Esta singularidad contrastó con un período, una época, en los que sobresalen la dificultad y la violencia; la presidencia de Virgilio Barco tuvo que contener un desbordamiento poco común de las circunstancias, aun en un Estado cuyo orden público lo ha puesto a prueba más de una vez en el último siglo.