Alrededor del mundo, los gobiernos eligen políticas económicas que distan mucho de las que promueven el bienestar social. Esto ciertamente aplica para América Latina. Durante más de 200 años, los gobiernos de la región han fallado en proveer bienes y servicios públicos, han distorsionado los mercados y han promovido el aislacionismo, empobreciendo a su pobla¬ción. ¿Por qué? Históricamente, generaciones de académicos han culpado al sistema mundial, a la United Fruit Company, al imperialismo Yanqui, y a la di¬visión del trabajo internacional. Sin embargo, durante la última década una revolución intelectual ha sorprendido al continente. Por primera vez las raí¬ces políticas domésticas del subdesarrollo latinoamericano y de los fracasos de su política económica han salido a relucir firmemente. Esta revolución ha sido conceptual y metodológica.