Están por todas partes. Cuando hablamos de Argentina, Chile o Uruguay en los setenta, México o Colombia hoy, o si miramos atrás en el tiempo y más lejos en la distancia y pensamos en la Guerra Civil española, la Alemania nazi, la Argelia colonial o los Balcanes en guerra. También cuando reflexionamos sobre un Mediterráneo convertido en camposanto de miles de desplazados, fugados, personas sin nombre, o en los llamados “sin techo”, o en los que atraviesan el desierto de Arizona en busca del “sueño americano”. También si pensamos en las fosas repartidas por todo México, en los lugares de trata de personas o donde yacen despojos malmuertos en todo el orbe. Son cientos, miles de casos. Viejos y nuevos, cercanos y lejanos. Todos son o los denominamos “desapariciones” o “desaparecidos”. El concepto, en efecto, se ha afianzado y transnacionalizado. Y se expande y crece hasta alcanzar territorios cada vez más lejanos a los de sus orígenes. Los trece textos de este volumen trabajan sobre la categoría de “desaparición”. La desnaturalizan y le retiran su capa de obviedades. Estudian cómo el tiempo la transforma o la pervierte, cómo hace que quienes se la apropian se muevan y cómo crea comunidades imposibles de dolientes, de muertos en vida, y, sin embargo, vivos.