La obra visual de Fernando Uhía crece al mismo tiempo que la introducción de la apertura económica en Colombia en 1990; de hecho usa sus mismas herramientas: promiscuidad mercantil, aceptación sin restricción de capitales "golondrinos" del mejor postor sin importar el país de origen, efecto mariposa de consecuencias inesperadas, exageración del empaque sobre el contenido y preponderancia de la estética sobre la ética; todo lo cual se manifiesta en las obras de Uhía como apariencia visual múltiple, cambios repentinos e injustificados de medio o técnica, pinturas que se pintan solas o tienen una apariencia zombi, serial por lo serial, exageración de los efectos visuales y licencia para apropiar o clonar obras de otros artistas o frases de críticos de arte. Sin embargo, lo más asombroso es la intención casi suicida de Uhía para el algo provinciano arte nacional de clausurar definitivamente la discusión sobre la trajinada originalidad o expresividad románticas para remplazarla por obras cercanas al diseño o al simulacro actitud irónica que abre la pregunta hacia el verdadero uso y apariencia del arte en un mundo, para bien o para mal, ya globalizado. Fernando Uhía