El 16 de julio de 1945, en el desierto de Nuevo México, se detonó en secreto la primera bomba atómica. Impactado por el poder destructivo de su creación, J. Robert Oppenheimer, director del Proyecto Manhattan, se comprometió desde entonces a luchar contra el desarrollo de la bomba de hidrógeno y la guerra nuclear.
Acusado de comunista en los Estados Unidos de aquella época, fue perseguido por el FBI, calumniado como espía de la Unión Soviética y obligado a poner fin a toda relación con el gobierno estadounidense. Su vida privada también fue arrastrada hacia el escándalo: su casa fue allanada con micrófonos ocultos y su teléfono intervenido. No sería rehabilitado hasta 1963, por el presidente Kennedy, quien devolvió a su figura un nuevo cariz ante los ojos del mundo entero.