La obra demuestra que encarcelar más personas por períodos más largos de tiempo ya no es una estrategia viable para controlar el crimen. Sin embargo, sostiene el autor de este libro, se ha estado llevando a cabo una revolución -que en gran medida ha pasado desapercibida para la prensa- en cuanto a controlar el crimen por otros medios además de la encarcelación masiva y la fuerza bruta. Argumenta Kleiman que la política de "tolerancia cero" no tiene sentido, dado que siempre existen más delitos que capacidad punitiva. Controlar el crimen por medio de la fuerza bruta ha sido un error que ha costado muy caro, tanto social como financieramente.